La miel es el fluido dulce y viscoso que las abejas nos regalan. Tiene una amplísima gama de beneficios. Es nutritivo, antibacteriano, antiséptico, antioxidante y antifúngico, entre otros beneficios, lo que lo convierten en un ingrediente indispensable para nuestros productos (sobre todo para la piel y el pelo).
La miel se ha utilizado como ungüento durante más de 2000 años gracias a su naturaleza antiséptica. Las abejas recogen el néctar de las plantas, lo llevan a sus colmenas y lo convierten en miel. El color, la fragancia y las propiedades de esta miel dependen de la fuente del néctar. También es un humectante natural, lo que significa que atrae y retiene la humedad. Si no la diluimos, la miel se conserva durante años y aunque se pueda cristalizar (un proceso natural) vuelve a su estado natural con un poco de calor. Esto hace que la utilicemos en muchos de nuestros productos en lugar de conservantes sintéticos para crear nuestras fórmulas autoconservantes.
Además de ser muy hidratante, su acción antibacteriana ayuda a limpiar en profundidad cualquier superficie en la que se aplique, de ahí que las usemos en nuestras mascarillas. Es adecuada para pieles sensibles además de proteger nuestros labios (dentro de nuestros bálsamos labiales).